Cuando se inició la revolución de las computadoras personales en la década de 1980, había una palabra por detrás del fenómeno: chip. El tamaño reducido del microprocesador de chips lo había hecho posible.
Casi dos décadas después, la masificación de Internet llegó de la mano de la alta velocidad de conexión (en Argentina le decíamos "banda ancha"), apoyada –años después– por la irrupción de los smartphones.
Hoy estamos en presencia de un nuevo quiebre tecnológico, esta vez, vinculado estrechamente con el mundo de las finanzas: las criptomonedas. Esta ola de innovación transformadora que ha llegado al mundo de las transacciones, el ahorro y las inversiones tiene por debajo un soporte desconocido para el común de la gente: la tecnología blockchain.
Como generalidad, se puede decir que blockchain es una tecnología tan innovadora como lo fueron los chips para la adopción de las computadoras personales y la Internet de alta velocidad y los smartphones para la interconexión masiva entre personas de todo el mundo.
Aunque es conocida simplemente como la tecnología detrás del Bitcoin, blockchain trasciende largamente el mundo de las criptomonedas (e incluso el de las finanzas), y se posiciona como el sistema que potenciará hasta límites insospechados el poder de la informática y de Internet. Para sus más fervientes defensores, es la llave de ingreso al futuro global interconectado.
Conceptualmente, blockchain ofrece una forma colectiva de crear bases de datos públicas con respaldos en todo el mundo permitiendo compartir, armonizar y democratizar la información.
Si hablamos en términos más técnicos, lo cierto es que blockchain (o cadena de bloques) es una tecnología diseñada para administrar registros de información descentralizada y online. Sus características elementales son la verificación múltiple, la seguridad y la inalterabilidad.
Popularmente vinculada al trading de criptomonedas, blockchain va más allá y está siendo mirada con atención para implementarla en distintos sectores, desde empresas, hasta gobiernos de todo el mundo.
Si bien no hay consenso para hallar una definición "de diccionario" sobre qué es blockchain, se puede decir que se trata de una base de datos, replicada y distribuida entre usuarios dispersos por el mundo y protegida por un método criptográfico.
Veamos otra forma: pensemos en un libro de contabilidad de una empresa argentina cualquiera, YPF por ejemplo. Hasta antes de la llegada de las PC, la petrolera seguramente llevaba un libro físico con dos columnas: el debe y el haber, en una anotaba los ingresos, en la otra, los gastos. Con el arribo de las computadoras, esa lista seguramente se trasladó a una planilla de Excel.
Ahora imaginemos un libro contable digital, con la información separada en bloques que se van sumando como si se tratara de nuevas hojas del viejo libro contable que se adicionan al registro madre.
Cada bloque incorporado se vincula con el anterior y con el siguiente por una fórmula criptográfica (como un jeroglífico), lo que hace que, una vez incorporada como eslabón de la cadena, sea imposible modificar o eliminar nada.
Para hacer un cambio, hay que agregar otro bloque a la blockchain con información nueva que detalle esa modificación. Cada vez que se incorpora un bloque, toda la red debe confirmar la integridad de cada uno de los datos anteriores.
Así lo explica en Infobae Greta Gawianski, coordinadora académica del Programa Blockchain en la Universidad de San Andrés de Buenos Aires:
"La blockchain puede ser imaginada como una gran hoja de cálculo donde todos podemos agregar columnas, pero nadie puede modificar las filas que ya se escribieron. Si alguien quisiera cambiar algún dato tendría que hackear todas las otras computadoras, lo cual es imposible por el nivel de energía que requiere".
El sistema permite que la información sea pública, transparente, inalterable y, como queda todo registrado, trazable.
Trazabilidad: Pensemos en una aplicación de lo que podría ser una blockchain fuera del ecosistema de las criptomonedas y utilizada en, por ejemplo, el registro de la propiedad de un auto.
Si una persona compra un vehículo cero kilómetro y la oficina utilizara blockchain, en el primer bloque de la cadena figuraría la marca del vehículo, el modelo, el número de patente y que el nombre del dueño es "A", entre otros datos.
Cuando "A" lo venda, la manera en que se haría mediante tecnología blockchain sería agregando un bloque de información que dijera que el dueño "A" le vendió el vehículo a "B". No se modificaría ni se borraría la información de origen, como se podría hacer en un archivo de Excel, por ejemplo. En la cadena queda asentado permanentemente el registro de que el auto perteneció a "A", que "A" lo vendió y que luego perteneció a "B".
Gestión descentralizada: La otra gran ventaja de blockchain sobre sistemas tradicionales de procesos de registro de información es que las bases de datos están replicadas y distribuidas entre distintos usuarios en tiempo real. Esto posibilita que el registro sea transparente y seguro debido a que está fiscalizado por una red de pares, con identidades comprobadas con firmas digitales y con un modelo que requiere del consenso de todas las partes.
En lugar de una sola PC centralizada con toda la información en un disco duro y pocas personas con acceso, blockchain permite que toda la comunidad de la red tenga la posibilidad de hacer el control y la validación de cada una de las operaciones.
Es simple: todos los nodos tienen toda la información de la cadena de bloques y ésta no depende de ninguno de forma exclusiva para funcionar.
Cada una de estas características (trazabilidad, seguridad, Gestión descentralizada) hicieron que blockchain fuese el soporte más viable para el universo de las criptomonedas. Algunos incluso aseguran que el tejido que sustenta al bitcoin es la primera blockchain que fue creada, aunque no hay unanimidad respecto de esto. Hay quienes dicen que hubo cadenas de bloques anteriores.
De cualquier modo, la posibilidad de llevar un registro público de transacciones, seguro e inmodificable es lo que ha facilitado que existan las monedas que no precisan de los bancos centrales para operar.
De una u otra forma, todas las criptomonedas utilizan tecnología blockchain como soporte. Bitcoin es por lejos la más conocida porque fue la primera. Tiene derivados directos, como Litecoin y Dogecoin, que también funcionan bajo el mismo concepto de cadena de bloques.
Ethereum es la segunda plataforma blockchain más relevante por volumen de operaciones y capitalización. Es parecida a Bitcoin en ciertos aspectos, pero su blockchain está pensada para tener mayor versatilidad que únicamente ser soporte de una criptomoneda. Ethereum está centrada en el uso de contratos inteligentes, la idea es que se convierta en una nueva red (algo así como una nueva Internet) sobre la que se creen aplicaciones descentralizadas para usos muy diversos. Por ahora, es lenta y las transacciones son costosas.
Stellar es otro ejemplo, aunque no utiliza exactamente la misma tecnología de Bitcoin, la mayoría de sus principios son los mismos. A diferencia de Bitcoin, la red de blockchain Stellar apunta a desarrollar un sistema financiero inclusivo, más rápido, accesible y compatible con el sistema monetario actual.
En Argentina, la adopción de las criptomonedas avanza sin freno desde hace unos años. Tanto es así que ya se sitúa entre los 28 países con mayor adopción de monedas digitales, según el ranking global publicado por Chainalysis. El índice se sustenta en el volumen de transacciones de la primera mitad de 2020, pero distintos indicadores ya adelantan que el proceso siguió avanzando.
Es que en los países con crisis financieras y económicas recurrentes, como es el caso de la Argentina, con una moneda débil y alta inflación, las criptomonedas se ofrecen como alternativas ideales para protegerse de la devaluación.
Históricamente, los argentinos han preservado el valor de sus activos a través del dólar estadounidense. Sin embargo, esta opción está muy limitada por las restricciones a la compra, ya que no se pueden adquirir más de 200 dólares mensuales.
Datos de la firma alemana Block-Builders demuestran el avance de las criptomonedas como opción financiera para los argentinos: en 2020, mientras la adopción de Bitcoin desaceleró su expansión a nivel mundial (la pandemia tuvo mucho que ver), en Argentina y otros países latinoamericanos pasó lo contrario.
Emily Parker, editora gerente de Coindesk, le dijo al diario El País de España: “Tiene mucho sentido que Argentina sea un país que esté adoptando las criptomonedas”. Continuó remarcando la desconfianza que hay en la Argentina por gobiernos y bancos, después de pasar por diferentes devaluaciones y crisis financieras.
Los argentinos atraídos por todo este nuevo ecosistema financiero mundial están optando particularmente por las stablecoins, criptomonedas que se sustentan en tecnología blockchain, pero sin la volatilidad que caracteriza al Bitcoin y a la mayoría de las altcoins. Esto las vuelve atractivas para quienes sólo quieren resguardarse de la devaluación y de recurrentes depreciaciones del peso.
Las stablecoins consiguen su robustez porque su valor está colateralizado en monedas fiduciarias (como el dólar o el euro) o en activos constantes, como el oro e incluso en otras criptomonedas.
Sin posibilidades de adquirir dólares por las restricciones cambiarias, los argentinos están resguardando sus ahorros en criptoactivos ampliamente usados a nivel mundial como USD Coin –donde cada unidad está respaldada por dólares resguardados por instituciones financieras en Estados Unidos – Theter (USDT), BUSD (la moneda estable de Binance), TrueUSD, etcétera.
Hay diversas maneras de adquirir monedas estables en la Argentina. Vibrant, desarrollada en la red Stellar, es una alternativa ideal para los que quieren comenzar a incursionar en el mundo de criptoactivos.
Vibrant es una billetera virtual que opera con stablecoins y es una de las más fáciles de operar; está asociada con la empresa Stablex, esto hace que los fondeos sean muy simples de realizar desde tu cuenta de banco.
Gracias a la tecnología blockchain, las stablecoins tienen las mismas virtudes de cualquier cripto, como intercambio inmediato, seguridad y trazabilidad de los procesos de transferencias.
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